Freddie Mercury (1946-1991) fue todo un espectáculo, y su vida también. Bohemian Rhapsody nos cuenta su trayectoria, la historia de un hombre que triunfa a pesar de sí mismo, y logra el ascenso al cielo de la música a través de su creatividad y sonido revolucionario.
Podemos decir que Bohemian Rhapsody se ha convertido en el fenómeno cinematográfico de la temporada, un gran triunfo para una película cuyas expectativas se vieron amenazadas en numerosas ocasiones durante el proceso de preparación, pues entre otros, el reto más importante fue lograr la interpretación del líder de Queen, y dar con el actor adecuado, Rami Malek. A pesar de que al comienzo cuesta acostumbrarse a su interpretación, Rami Malek parece cada vez más convincente a medida que avanza la película y finalmente resulta sobresaliente sobre el escenario.
Bohemian Rhapsody no es una película light, pero sí está hecha para todos los públicos. No profundiza demasiado en ciertos temas, pero sí se adentra bastante en la arrolladora personalidad e intimidad del vocalista, de ello se trata. Y aunque la mayoría de las cosas no sean ciertas se aproxima bastante a la realidad, pero han distorsionado mucho sus hechos, por ejemplo en la manera en la que se forma el grupo o algunos aspectos de sus relaciones donde modifican ciertos detalles, algo que ha sido muy criticado entre los adeptos del cantante, ya que bailan también los tiempos y las fechas en momentos clave de la discografía.
Creemos que han sido muy conscientes del material que trabajaban, y que resumir todo en apenas dos horas y cuarto es una tarea bastante difícil si además le sumamos que la historia de su vida es tan popular como desconocida para todos en algunos puntos. Probablemente otro de los objetivos de la película ha sido el de dramatizar una historia ya de por sí dramática.
Sin embargo, las canciones de Freddie Mercury y su banda son el ingrediente fundamental de la película, y por ello nos gusta mucho como se centran en la composición de cada una de ellas, habiendo espacio para grandes temas como «Bohemian Rhapsody”, “Somebody to love”, “It’s a hard life”, “I want to break free” y sus dos grandes himnos: “We will rock you” y “We are the champions”.
La secuencia final en el Live Aid de Wembley, sin duda, es lo mejor de la película, los 20 minutos que cambiaron la historia del rock y que da cuenta de que Queen fue la mejor banda de estadios del mundo en su momento. Tras realizar una comparación con la actuación original, podemos decir que las escenas del concierto están recreadas al más mínimo detalle y que Rami Malek se luce. Lejos de comparecer con aires de divo, adopta un aire relajado y simpático, y clava cada paso y gesto de Freddie por el escenario, interactuando con las cámaras sin por ello dejar de transmitir una actitud potente, rock era y armado con su característico micrófono-bastón.
Por último, echamos en falta contenido sobre: “Show must go on” y “Don’t stop me now”, esta última tan solo aparece al final de la película junto a los créditos. Aunque no nos cabe duda que fue reservada a modo de despedida, ya que es una de las canciones que Freddie compuso durante su dura lucha por combatir el VIH (pero echamos en falta su explicación, al menos para que las nuevas generaciones sepan y conozcan su importancia y significado). Ese fue otro de los detalles que no coinciden, pues Mercury no recibió su diagnóstico del sida hasta 1987, dos años después del concierto del Live Aid, y tardó otros dos más en anunciárselo a los otros integrantes de la banda y el mundo lo desconoció hasta noviembre de 1991, pues no quiso que su público escuchara sus canciones condicionados por ello, así que el 22 de noviembre de 1991 lanzó un comunicado admitiendo que padecía la enfermedad. Dos días después falleció.
A pesar de los cambios la película nos ha encantado y es una buena noticia que el legado de Queen sea tan magnífico y extenso, que su música trascienda y sea parte de la memoria histórica musical, porque esa es su magia, que es eterna.
Tania Doñoro