He de decir que mi época como fanática y perseguir a ídolos en firmas, conciertos, etc., acabó a los 23 años. Desde entonces he disfrutado de conciertos, pero no he llegado a más. Ayer fui a mi primera firma de un cantante de España.
Fue un día de nervios. Había planeado llegar sobre las 17:30 de la tarde al Corte Ingles de Madrid, pensando que sobre las 20:00 y poco empezaríamos a subir los de la calle. No fue así, cuando nuestro querido Pablo López subió a Instagram un aviso de que venía «15 minutos tarde, quien dice 15 dice 20, quien dice 20 dice agosto». Al menos con humor venía. Cerca de las 21:15 hs empezó a moverse la cola, empezábamos a entrar. Yo ya iba pensando qué iba a decirle, aunque como soy un poco tímida y me pongo nerviosa, ya me había preparado una carta de agradecimiento, que espero que en algún momento lea. Mientras la cola avanzaba (y retrocedía a veces), socializaba con los que estaban a mi lado en la cola. Yo había ido sola y 4 o 5 horas de espera se hacen muy pesadas.
Al final entramos. Ya arriba vi a un Pablo López abrazando a quienes se le acercaban, firmando y posando para una fotografía y pasar a otra persona rápidamente. Entre una y otra persona, se hacía un hueco para observar la fila de la sala, miraba nuestras caras. Tenían el DVD puesto del concierto de Barcelona y cuando llegó la canción de «El Patio», todos los allí presentes la empezamos a cantar, y se nos oía claro. Pablo nos miraba.
Dos chicas de la organización (no sé si del Corte Inglés o no) te cogían el móvil para hacerte las fotos. A la que cogió el mío le dije: «haz varias fotos, por favor». Hizo 4 contadas, abrazo inclusive, de hecho es la única que sale bien. Mi primera foto con Pablo y sale mirando a Cuenca porque está en movimiento, pero bueno. Me importó más el abrazo que le di, más que la firma y la foto. Recuerdo decirle algo mientras lo abrazaba, me respondió, pero no recuerdo si me dijo «ay muchas gracias» o «gracias a ti». Luego me firmó, y le miré para ver si le podía decir que pusiera mi nombre, pero ya era tarde porque había escrito una P y una L (creo). Después me miró, y yo a él, quería decirle algo pero no me salían las palabras. Así que me dijo «venga rápido», había mucha gente. Le miré y pensé, bueno da igual. La foto, posemos. Me quedo con ese abrazo, esas palabras que le dije, seguramente lo mismo que muchos otros. «Gracias por tu música». Y esa mirada de cerca, a los ojos, que a veces aunque te digan «rápido, rápido» parecen decir otra cosa o al menos entenderte.
Mi grupo fue de los últimos en entrar y vi muchos que acababan con lágrimas al pensar que tenían apenas unos segundos para poder estar con su ídolo, y este al verlos llorar los abrazaba. En cuanto al público, había de todo. Desde niños y niñas, hasta jóvenes, adultos, familias enteras y hasta personas mayores con sus nietos, me imagino que serían. Y es que Pablo López hace música para disfrute de todos, sus letras y sus melodías transmiten muchísimo, y además de ser un gran músico, muestra ser una persona humilde y muy cercana.
Ana García